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La Izquierda en su Laberinto: Pueblo contra Pueblo

Por Fernando Oliván y Gérard Prévost

DYKINSON, Madrid 2025


Hace unos años emprendimos la tarea de una cierta reflexión sobre los acontecimientos políticos en las sociedades contemporáneas. En este trabajo nos preguntábamos -así lo formulábamos al inicio de aquel libro- ¿Qué es la derecha? ¿Qué significa ser de derechas en el contexto de un mundo como el de hoy?


Con una ingenuidad no carente de cierta ironía y retrotrayéndonos a esos mismos inicios de la Revolución Francesa de donde arranca la dicotomía derecha-izquierda, afrontamos hoy, de nuevo, esa pregunta formulada ahora sobre el cuerpo de la Izquierda. Digo ingenuidad y lo digo, sobre todo, desde su sentido etimológico, es decir, en la libertad de búsqueda del contenido semántico sobre el que se sustenta una clasificación sobre la que hemos basado, durante más de dos siglos, la comprensión de los comportamientos políticos.


Derecha e izquierda han sido, y siguen siendo hoy, los baluartes básicos sobre los que se canaliza el debate en prácticamente todo el mundo. Es cierto que, sobre todo en las últimas décadas, empiezan a incorporarse nuevos factores que parecieran romper la sustancia de esta dicotomía. Un, como llegó a decir un cómico, “ni derecha ni izquierda, sino todo lo contrario”. De ahí la importancia de la ironía en ambos textos.


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Por Eugène Delacroix - photo Shonagon 2024-05-02, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=147987667

En aquel trabajo partíamos de una realidad que parecía trastocar el orden conceptual sobre el que nos habíamos formado como científicos. No cabía duda que las sucesivas crisis que venían sacudiendo el primer cuarto del siglo XXI habían terminado por incorporar un cierto caos en los conceptos, con ello los viejos fundamentos sobre los que se sostiene el discurso parecen desplomarse. La sorpresa, la alarma, si se quiere, esa fue la razón de aquella búsqueda, estribaba en ese extraño giro en que parecía sumirse la Historia. Un cambio de juego que trastocaba las seguridades sobre las que se había asentado el discurso político durante siglos. Ese imaginario de ley y orden sobre el que parecía asentarse el mundo de la derecha, de pronto, en un trueque de papeles, se recreaba como revolucionario y rupturista. En expresión de algunos de los analistas del momento, se habló, incluso, del nacimiento de una derecha “rebelde”, despojando al término “rebeldía” de ese aroma de libertad e igualdad que lo vinculaba, desde los mismos comienzos de la Revolución Francesa, con lo que luego serían las denominadas posturas de izquierda.


Anotamos en aquella obra como se rompía toda esa serie de binomios sobre los que se articulaba las bases del razonamiento político. Orden-revolución, progreso-conservadurismo, igualdad-jerarquía, vanguardias-tradición, trastocaban, de pronto, su posicionamiento en el universo de la política. Como ciudadanos comprometidos, pero también como analistas, nos vimos confrontados a una derecha que se manifestaba como antijerárquica, rupturista con las tradiciones e, incluso, eso decía, revolucionaria. Esa derecha rebelde que, desde el hemiciclo parlamentario hasta el debate en la calle y sobre todo en la prensa, confronta no solo con la izquierda, sino sobre todo con el mismo orden social, proyectando una imagen revolucionaria difícil de asumir y comprender desde los postulados clásicos.


La realidad, como poníamos de manifiesto en aquel trabajo, es que esos fenómenos de ruptura del eje conceptual izquierda-derecha, tampoco eran radicalmente nuevos, y que ya sucedieron, y con igual violencia, en otros momentos históricos, desde los años de la Revolución hasta las primeras décadas de comienzo del siglo XX. El fascismo también había abundado en propuestas de este cariz, y, por ello, de difícil clasificación. Sintagmas como “nacional-socialismo” o el de “conservadores-revolucionarios”, no dejan de constituir la expresión de un verdadero oxímoron.


En “Miedo al pueblo” también denunciábamos una cierta parálisis del pensamiento democrático, una cierta pérdida de iniciativa frente a la capacidad movilizadora de esa “derecha rebelde”. Sin embargo, sobre todo su texto, se abría un capítulo de esperanza. Me refiero a esa parte en la que, asumiendo los postulados ilustrados de la Revolución, se reivindicaba el concepto “civilización”. Esta apuesta por un pueblo civilizado hacía inevitable la continuación de este trabajo de exploración sobre el destino de nuestras sociedades.


Aquella obra de 2021 tenía necesariamente una función provocativa. Era lógico: se hacía urgente una perspectiva radicalmente crítica que nos permitiera analizar la masa de enunciados que, de forma caótica, llenaban el discurso político, de ahí esa posición cuasi cartesiana de preguntar -de preguntarse- por el “cogito” de nuestro ser social. Con ello emprendimos un verdadero socioanálisis que debía alcanzar a analizar a los propios autores. El transcurso de los años que van de aquella obra a la que hoy presentamos parece que no han sido suficientes para aclarar las cosas. Las guerras de Ucrania y Palestina, la autocrisis económica en la que se ha metido Europa o el precipicio medioambiental al que nos dirigimos, nos devuelven al meollo del asunto y lo hacen, nuevamente, con un total desarme de las posiciones de lo que llamábamos la izquierda. Pareciera como si esa Europa que fue cuna de esa civilización a la que hacemos referencia careciera absolutamente de propuestas para articular una respuesta real y efectiva. Una crisis, por otro lado, que viene de largo.


Ya las décadas de 1980 y 1990 vieron cómo la izquierda se alejaba de sí misma y de todos aquellos para quienes alguna vez fue importante. Hoy, ese desgarro se hace aún más radical arrastrándonos a un mundo, la postmodernidad, que ya es definitivamente nuevo. La intuición de autores como Lyotard se ha vuelto ya una realidad insoslayable.

Por eso, tras estos dos años, surge de nuevo la pregunta. Pregunta especular respecto al objeto de nuestro anterior análisis. En definitiva, nos preguntemos, en equilibrio a la cuestión que abordamos en la anterior obra, sobre la esencia de la izquierda. En definitiva, ¿Qué es la izquierda?, ¿Es posible, hoy, ser de izquierda?, ¿Qué es lo que nos ha alejado, y de forma tan radical, de un posicionamiento político sobre el que se construyó todo lo que conocemos como el progreso social?


Los textos que aquí se presentan dan cuenta de este alejamiento. Como tales, constituyen una especie de manifiesto que señala la desaparición definitiva de la Izquierda histórica, tan irreversible parece ser su destino. Los intentos de reformar la izquierda tomando prestados los modelos ideológicos y político-económicos a los que venían a combatir no han hecho sino acelerar el proceso hacia su muerte clínica.


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