El Camino de Marco Polo
- Euromed

- 11 sept
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Nuestro amigo y colega de la Universidad Argentina, el profesor Mariano Ciafardini, nos propone ampliar nuestro recorrido intelectual desde el Mediterráneo hacia China. Hace años, lo que se inició como OBSERVATORIO EUROMEDITERRANEO, también abrió, a través del programa PARALELO 36, una línea de trabajo hacia la contemplación del mundo en su área Iberoamericana. Hoy nos toca compensar esa deriva mirando hacia Oriente. Hemos propuesto para este proyecto el nombre de CAMINO DE MARCO POLO.
Con el presente trabajo, Ciafardini nos anima a abrir el debate. No es, como él mismo nos indica, un artículo de investigación, simplemente pretende ser un texto para iniciar la marcha. Su peculiar y atrevido punto de arranque tiene la virtud de incorporarnos, en una misma pieza, a la doble dimensión que entraña esta senda. Ánimo a los nuevos aventureros.

China y el Marxismo
Hablar sobre Marxismo siempre supone un desafío dada la riqueza, por un lado, y el espíritu crítico, por otro, de este trascendental “corpus teórico”.
En cuanto a China como fenómeno y como proceso resulta ser uno de los más, si no el más, importante evento de nuestros días ya que su gran desarrollo económico y social y el hecho de ser el símbolo de lo que se opone al hegemonismo y al uni-polarismo occidental (que se resiste a terminar) son características que la transforman en un modelo a respetar y también a seguir en términos generales.
El solo hecho de que la República Popular China esté liderada por el Partido Comunista, heredero de la tradición revolucionaria que dio origen a la propia “Nueva Democracia” (nombre que se le dio al primer momento de la China socialista en 1949), es razón suficiente para que el par conceptual China- Marxismo deba ser considerado con detenimiento y atención.
El Marxismo no es un dogma sino una teoría que por estar ligada a la realidad misma como ninguna otra se va transformando y enriqueciendo con los avatares de esta misma realidad manteniendo los postulados que siguen vigentes y reformando o reinterpretando los que deben cambiar.
De este modo la vigencia del Materialismo Histórico y su visión progresiva de los modos de producción como determinantes (dialécticos) de una superestructura jurídico-política y cultural, que sigue teniendo vigencia hoy tanto como en los tiempos en que Marx y Engels desarrollaron las bases de su teoría revolucionaria, deben ser tenidos en cuenta, pero introduciendo en su marco discursivo elementos producto del avance de las ciencias sociales, preferentemente de la antropología y la historia y, en particular, de las transformaciones en las fuerzas productivas y los cambios que éstas determinan en las relaciones de producción, tanto a nivel nacional como internacional.
Desde este punto de vista se debe considerar que el momento que nos toca vivir (principalmente en Occidente) no es ya el de un capitalismo parecido al de los tiempos de Marx, o al del siglo XX, en su forma de imperialismo, contra el que lucharon Lenin y Mao entre otros, sino una nueva forma globalizada y con fuertes rasgos financieros[1] que utiliza el recurso del endeudamiento de los países y las personas como mecanismo de extorsión y desposesión de las riquezas y los recursos de los pueblos, generando pobreza y exclusión por doquier, incluso en los países capitalistas desarrollados.
[1] Morgan Stanley Capital Internationalestima que, a fines de 2023, el portafolio financiero global total (completo) tenía un valor de USD 271 billones, y el "investible portfolio" (accesible a inversores institucionales) alcanzaba USD 213 billones
A este capitalismo lo hemos considerado como una tercera etapa en su devenir histórico[2] y que, por ser tercera, es dialécticamente la última, por lo que los complejos acontecimientos actuales estarían de alguna manera anunciando, entonces, los tiempos de su decaimiento y la finalización de su existencia como sistema socio político y económico dominante.
[2] Ciafardini Mariano “Globalización tercera – y última- etapa del capitalismo. Ed Luxemburg Buenos Aires 2011

Pero el propio Materialismo Histórico afirma que, con la finalización del Capitalismo, no habría de sobrevenir otro sistema de opresión sino que todos los sistemas de violencia y opresión de las masas ya habrían tenido su lugar histórico como sistemas de guerra, de servidumbre y de explotación económica y nos encontraríamos, ahora, en una compleja transición histórica en la que tendrá que ir apareciendo la posibilidad de la construcción de una nueva comunidad de pueblos y naciones, en los que impere la equidad la solidaridad y el respeto mutuo.
Estamos, como decía el comandante Fidel Castro Ruz, frente a un verdadero “cambio civilizatorio” pero no solo por las amenazas que se ciernen para la especie, de la mano de esta última versión decadente del capital, como la destrucción del planeta, el peligro de guerra nuclear, la extensión generalizada de la pobreza y la exclusión social y la alienación por el consumo de drogas o el consumismo desmedido, sino, también y a su vez, por la gran oportunidad de dejar atrás todo ello y comenzar con la construcción de un nuevo mundo. Nunca antes estuvieron tan dadas las condiciones históricas para ello.
Y aquí es donde juega su parte la realidad China.
Sin discontinuidades históricas, el Partido Comunista de la República Popular China inició su lucha en 1921 y, luego de inmensos esfuerzos y sacrificios, logró vencer a las fuerzas del atraso y la reacción conservadora contrarrevolucionaria definitivamente en 1949 y, a partir de allí, desarrollar la construcción del socialismo en China, eliminando ( no sin grandes marchas y contramarchas algunas de ellas con terribles consecuencias) la exclusión social y el analfabetismo y la desocupación elevando el nivel de vida de todo el pueblo chino sin exclusiones. Y ha pasado, desde 1978 en adelante, a desarrollar una nueva estrategia que le permitió a China dejar definitivamente atrás la pobreza extrema y le está posibilitando superar la pobreza de todo tipo en unos años. Con ello China, además, se ha convertido en el segundo PBI mundial[3] y marcha a ser el primero, con todo lo que ello significa en términos de presencia económica y geopolítica en el mundo.
[3] Según el informe de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) de China, reportado en medios como Spanish.china.org.cn y Prensa Latina: Indican que el PIB nominal en 2024 fue de unos 134,9 billones de yuanes, equivalentes a aproximadamente USD 18,7 billones, con un crecimiento del 5 % interanual.
No es una casualidad que la humanidad se encuentre en un punto de clivaje “epocal”, síntesis de miles de años de devenir histórico y con posibilidades de dejar atrás toda una era de violencias y sometimientos “del hombre por el hombre” y que China haya, precisamente en este momento, florecido en la manera que lo ha hecho en los últimos 40 años. El proceso chino puede ser comprendido claramente en términos de Materialismo Histórico y Marxismo como el síntoma (positivo) más notable de la proximidad de estos cambios civilizatorios que se avecinan y como una de las puertas de entrada a los mismos.
China no solo se concentra en el bienestar de su pueblo. Desde la época de la revolución se ha preocupado por la solidaridad y la ayuda a otras naciones del mundo. Hoy se ha convertido en el mayor prestamista mundial de divisas, superando al FMI[4], y al Banco Mundial, con la diferencia de que los préstamos chinos nunca imponen condiciones ni obligaciones abusivas, como sí lo hacen estos centros financieros capitalistas mundiales, y China presta para el desarrollo de infraestructura o para refinanciar esas inversiones tan necesarias para que los países subdesarrollados puedan emprender el camino de su desarrollo real.
[4] China: USD 911 mil millones (en préstamos públicos y garantizados, AidData et al.) y USD 498 mil millones (compromisos de instituciones financieras del estado, CODF) Frente a esos montos, el FMI tiene en cartera unos USD 157 mil millones.
China no solo manejó de la forma más humanitaria posible la pandemia del Covid 19, evitando las crueles tasas de decesos de los principales países capitalistas[5], sino que tuvo frente al mundo una actitud solidaria y cooperativa enviando vacunas y material sanitario a todos los países necesitados y proponiendo una comunidad sanitaria mundial, en contraste con la actitud de los grandes laboratorios norteamericanos y europeos occidentales que no buscaron más que el lucro con la enfermedad.
[5] Un artículo de Forbes indica una tasa extraordinariamente baja: aproximadamente 0.35 muertes por cada 100 000 habitantes desde el inicio de la pandemia Otro análisis llega a una cifra similar: 0.33 muertes por cada 100 000 habitantes, basándose en datos de la OMS y Johns Hopkins Un reporte más reciente menciona que hasta el 23 de diciembre de 2022, China había registrado 31,585 muertes, lo que equivale a 2.2 muertes por cada 100 000 habitantes
Estados Unidos Según Forbes, la tasa oficial en EE.UU. fue de 263.82 muertes por cada 100 000 habitantes En otro informe, tomo de The Economist vía DonsNotes, se indica que EE.UU. tenía 300.1 muertes por cada 100 000 habitantes al momento del reporte
China aboga permanentemente por la paz y el marchar hacia una comunidad de destino de las naciones, contrastando, con ello, con los principales países capitalistas que no hacen más que incentivar guerras y distanciamientos entre los pueblos. Y, en América Latina y el Caribe, China es país amigo y solidario con los procesos populares y soberanos como la Cuba Socialista, la Venezuela Bolivariana, la Nicaragua Sandinista y ahora también con el Brasil de Lula[6] y con muchos otros países que encuentran en la relación económica con China una tabla de salvación en medio de sus encrucijadas de la deuda externa y los saqueos imperialistas.
[6] Según Statista, en 2023 Brasil exportó casi USD 105 mil millones hacia China e importó unos USD 56 mil millones, resultando en un saldo positivo netamente favorable a Brasil de aproximadamente USD 48.3 mil millones.
Es decir, que China hoy encarna e impulsa todos aquellos valores necesarios para la creación de un nuevo mundo que supere las desgracias de toda la era de la violencia y la explotación que viene sufriendo la humanidad desde épocas inmemoriales.

Es aquí donde se demuestra el socialismo y el marxismo de China y no en la existencia o no de áreas económicas con predominio del mercado, cosas que, por otra parte, existieron siempre, desde los inicios de la República, y existieron en otros países socialistas como la URSS, y se desarrollan actualmente en Vietnam y en las mencionadas repúblicas latinoamericanas.
No se puede entender hoy el socialismo y el marxismo en los términos del siglo XX, en el contexto de las guerras mundiales y de la guerra fría. Hoy hay espacio geopolítico para que países con control estatal de la producción, a través de grandes empresas públicas estatales y diseño y programación de la producción, puedan echar mano a elementos del capitalismo productivo para desarrollar las fuerzas productivas sin lo cual no es posible ningún tipo de socialismo ni en China ni en ningún país del mundo. De hecho, la URSS para sostener su socialismo debió realizar un impresionante desarrollo industrial más allá de que por circunstancia geopolítica que no podemos analizar en este artículo se haya visto aislado, debilitado y acabado finalmente como proyecto sociopolítico y económico que, de todos modos, marcó toda una era.
El mundo que China propone de la mano de Xi Jinping es el de una “comunidad de naciones de futuro compartido”, concepto que contrasta radicalmente con slogans como “America First” al uso de los países capitalistas dominados por los centros financieros del poder mundial o con los proyectos guerreristas como los de la OTAN.
Un autor muy significativo en relación a la cuestión de China y el Marxismo es el profesor de la Universidad de Renmin, Gu Hailiang, quien en su libro Cómo el Marxismo Transforma el Mundo [7]que existe en castellano gracias a la traducción directa del mandarín del Centro de Estudios Marxistas Agosti, al que pertenezco, señala con gran claridad: “Se puede decir que fue bajo la presión de la ‘crisis interna y externa’ a la que estaba sometida China en ese momento (se refiere a la década de los años 70 del siglo pasado) que se requirió un urgente llamado a la aplicación del Marxismo para cambiar la realidad de China enfatizándose la necesidad de la aplicación del Marxismo para transformar el mundo” y, más adelante, “ el pensamiento teórico del Partido Comunista de China sobre cómo el marxismo transforma el mundo constituye el cuerpo de ideas más eficaz para que el pueblo chino tome conciencia del gran rejuvenecimiento de la nación a lo largo del camino del socialismo con peculiaridades chinas, proporciona una guía científica y es una gran arma del pensamiento en la nueva era”.
[7] Gu Hailiang, con colaboración de Wang Yue, Yang Rui y Rong Shu “Cómo el Marxismo transforma el mundo” Luxemburg.CEFMA. Buenos Aires 2020
Estas apreciaciones constituyen para nosotros una profunda síntesis de pensamiento dialéctico y de materialismo histórico aplicados a la realidad del proceso chino actual que demanda apertura del pensamiento y alejamiento de cualquier tipo de dogmatismo.
Mariano Ciafardini
Dr. en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires.
Coordinador del Grupo de estudios sobre China del Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor Agosti (CEFMA) de la República Argentina.








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